domingo, 30 de diciembre de 2007

LA TEMPESTAD

Hace unos meses perdí a mi padre. No fue un ejemplo de persona y, probablemente, de no haber mediado entre ambos un vínculo de parentesco, pocas cosas me hubieran acercado a él. Pero claro, era mi padre y le quería, por más que a veces me empeñe en manifestar lo contrario.
Su muerte repentina ha hecho que se tambaleasen todos mis principios. ¿Hasta qué punto vale la pena intentar hacer las cosas lo mejor posible si en cualquier momento y, sin previo aviso, te arrancan de este mundo? ¿Por qué no hacer lo que te entre en gana sin que importe nada ni nadie? Total, al final no vas a poder elegir cuánto tiempo estarás aquí ni cómo te irás. ¿Qué justicia es esa? ¿No se suponía que uno en la vida acaba recibiendo lo que ha dado? Pues parece ser que no es así.
Ahora tengo el dilema de elegir entre continuar confiando en mis principios o de cambiar mis creencias.
Supongo que esto le sucede a la gente alguna vez en su vida. El hecho de que el fallecimiento de mi padre haya desencadenado esta crisis es circunstancial pues es algo que, tarde o temprano, hubiera sucedido alguna vez. Espero que tras la tempestad llegue la calma. Seguramente será así y espero que finalmente, mis viejos principios o los nuevos, sean lo suficientemente sólidos como para continuar adelante con firmeza y seguridad. La vida aún no ha terminado para mí así que debo ir pensando en seguir andando hasta que la inevitable señal de "stop" me haga parar.
Así pues: que el "stop" me pille caminando...

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