domingo, 30 de diciembre de 2007

LA TEMPESTAD

Hace unos meses perdí a mi padre. No fue un ejemplo de persona y, probablemente, de no haber mediado entre ambos un vínculo de parentesco, pocas cosas me hubieran acercado a él. Pero claro, era mi padre y le quería, por más que a veces me empeñe en manifestar lo contrario.
Su muerte repentina ha hecho que se tambaleasen todos mis principios. ¿Hasta qué punto vale la pena intentar hacer las cosas lo mejor posible si en cualquier momento y, sin previo aviso, te arrancan de este mundo? ¿Por qué no hacer lo que te entre en gana sin que importe nada ni nadie? Total, al final no vas a poder elegir cuánto tiempo estarás aquí ni cómo te irás. ¿Qué justicia es esa? ¿No se suponía que uno en la vida acaba recibiendo lo que ha dado? Pues parece ser que no es así.
Ahora tengo el dilema de elegir entre continuar confiando en mis principios o de cambiar mis creencias.
Supongo que esto le sucede a la gente alguna vez en su vida. El hecho de que el fallecimiento de mi padre haya desencadenado esta crisis es circunstancial pues es algo que, tarde o temprano, hubiera sucedido alguna vez. Espero que tras la tempestad llegue la calma. Seguramente será así y espero que finalmente, mis viejos principios o los nuevos, sean lo suficientemente sólidos como para continuar adelante con firmeza y seguridad. La vida aún no ha terminado para mí así que debo ir pensando en seguir andando hasta que la inevitable señal de "stop" me haga parar.
Así pues: que el "stop" me pille caminando...

miércoles, 5 de diciembre de 2007

MEJORA DE LA SOCIEDAD A TRAVES DE LA MEJORA DEL INDIVIDUO

Las leyes constituyen un límite a la actuación de los individuos. Me explico: ante una posible pena de privación de libertad o una sanción pecuniaria nos comportamos dentro de los límites permitidos, si bien hacemos lo que podamos para sobrepasar la línea establecida y escapar del ojo de la Ley. Pero, ¿podemos dormir tranquilos día tras día sabiendo que hemos puesto en peligro nuestra vida y la de los demás al conducir excesivamente rápido o con un índice de alcoholemia superior al permitido? ¿Estamos tranquilos sabiendo que hemos hecho todo lo "incorrecto" para pagar menos impuestos en junio? ¿Nos deja nuestra conciencia vivir del subsidio de desempleo logrado tras rogar a nuestra empresa que simule un despido cuando es a nosotros a quienes no nos apetecía continuar trabajando? ¿Y qué decir de cuando estamos perfectamente sanos pero tenemos un conflicto con la empresa y vamos al médico a pedir una baja por depresión? ¿Y cuando es la empresa quien no paga los seguros sociales de los trabajadores?
Todas estas cosas que he citado no llegan al límite de atentar contra la integridad física de nadie, y suceden día tras día pues yo lo veo en mi trabajo. Esto me hace pensar que quienes actúan casi correctamente (la perfección no existe) lo hacen o porque tienen cierta conciencia cívica o para evitar ser sancionados. Quiero pensar que hay todavía mucha gente que lo hace por lo primero; y si no es así, creo que empiezo a entender el motivo de la consumición de tantos medicamentos para poder dormir por las noches.
Por último, esta reflexión también hace que llegue a la siguiente conclusión: nuestros dirigentes son gente como nosotros y, si nosotros somos como somos, ¿de qué nos quejamos?
Si para enmendar aquello que criticamos es necesario recorrer un camino alquien tiene que dar un primer paso. Propongo que cada individuo empiece a caminar por la senda de la conciencia y así, cuando sumemos los pasos dados por todos, el conjunto de nuestra sociedad será mejor.

P.D.: El artículo técnico del entrenador italiano de baloncesto Giancarlo Recalcatti publicado en la web de la fiba y titulado "Improving de team by improving the player" (Mejora del equipo a través de la mejora del jugador), me sirvió de inspiración para la reflexión objeto del presente post.

domingo, 2 de diciembre de 2007

Gracias

Cuando me paro a pensar en lo que ha sido mi vida desde que nací hasta el día de hoy, me doy cuenta de que he aprendido muchas cosas. Pero, al mismo tiempo, soy consciente de que todo lo que me ha sucedido, la gente con la que me he ido encontrando en mi camino, así como las tan comentadas "casualidades" han sido puestas por no sé quien (ni quiero saberlo) para hacer que aprendiera. Y !qué cosas!. Todo eso sucedió justo cuando tenía que suceder.
Agradezco a ¿la vida? ¿Dios? ¿el azar? (que más da, se lo agradezco al Universo entero) todo aquello que me ha ido ofreciendo hasta el día de hoy para poder ir creciendo como persona, aunque seguro que no he atendido más de una señal por no haber sido consciente de ella.
Espero, de hoy en adelante, mejorar a la hora de captar las señales de atención que se ponen en mi camino, así como de seguir teniendo fe en ellas. De momento la experiencia me dice que el hacer eso en el pasado me hizo mejorar como persona.
Ahora solamente quiero seguir aprendiendo a través de lo que la vida considere que deba aprender. Intentaré ser una buena alumna y que ello sirva como ofrenda al universo por haberme puesto delante a una maestra sensacional. Ella seguramente no cree que esto sea así, es más, sé que a veces piensa que su vida no tiene demasiado sentido. Pero a mí me ha ayudado muchísimo a crecer, a vivir, a estar aquí. Y eso no me lo había enseñado nadie más que mis padres. Quizá por eso tengo un espíritu joven, porque parece que todavía soy una niña a la que le van enseñando cosas nuevas día tras día. Muchas gracias y, si en algún momento piensas que estás viviendo un sinsentido, recuerda el papel de maestra que has ejercido, ejerces y espero que sigas ejerciendo sobre mí en el futuro. Aunque a veces no me gusta oir lo que me dices, luego lo pienso ("luego" es bastante más tarde, ya lo sabes) y generalmente llego a captar el mensaje con el que unas veces estoy de acuerdo y otras no, pero siempre lo analizo y lo respeto porque eso considero que me hace mejor cada día.
Así que cuando te sientas mal piensa que hay una persona en este mundo a la que has ayudado muchísimo y que, además, precisa que continúes enseñándole. No le falles, por favor.

viernes, 23 de noviembre de 2007

La clase política

Dice mi carta astral que podría dedicarme con éxito al mundo de la política. Es curioso, pero no me interesan en absoluto aquellas cosas en las que no creo. Y no es que no crea en la política, no. La política es necesaria para que exista un cierto orden en la sociedad, por supuesto. En quienes no creo es en los políticos. Nunca podré entender como tantas personas pueden dedicarse a algo tan difícil como regir el destino de una sociedad. Para mí es algo tan difícil que no creo que existan muchas personas capaces de realizar esa tarea. Realmente pienso que hay que ser una persona muy especial para dedicarse a procurar el bien común sin pretender conseguir un beneficio propio más allá del salario justo por desarrollar ese trabajo. Hay que ser muy "persona" para ser político y no caer en la tentación de llenar la caja fuerte o engordar la cuenta bancaria domiciliada en un paraíso fiscal. Para no hacer favores designando a dedo a un sinfín de asesores que no se sabe bien qué funciones ejercen o para aprobar normas en beneficio propio rápidamente, no sea que no vaya a ganar las próximas elecciones. Para colaborar con el vencedor para ayudarle a desarrollar su programa, ya que ha sido lo que la sociedad ha elegido. En definitiva, para ser político hay que ser de "una pasta especial". Y yo, aún no conozco a ningún/a político/a que sea así, aunque eso no quiere decir que no exista, claro. Siempre he creído que, por muchos conocimientos que se tengan, primero hay que ser persona y luego desarrollar la tarea que uno decida, pero quizá para ser político lo primero sea innecesario.

viernes, 9 de noviembre de 2007

La primera vez

Y es que siempre hay una primera vez para todo. Aunque hay cosas en la vida que se convierten en rutina, siempre hubo una primera vez. Y siempre estamos aprendiendo. Aprendemos a caminar, correr, saltar, hablar y socializar con nuestros semejantes en el cole. Aprendemos a estudiar, a sentir lo que significa el éxito y el fracaso, a caernos y levantarnos (más tarde o más temprano). Aprendemos a trabajar, a seducir, a amar, a detestar, a disfrutar, a sufrir, a ahorrar, a malgastar. Aprendemos continuamente y todo aquello que ya no nos sucede por vez primera debería haber formado un callo en nuestra existencia de tal modo que sirviera para experiencias futuras. Sin embargo hay personas como yo, a quienes a menudo parece que las cosas le suceden siempre por primera vez. ¿Es eso un don o una desgracia? No voy a parar ni un instante a pensar en la respuesta... Si la situación es placentera disfrutaré como una enana (pues para mí sera la primera vez); pero si la experiencia es dura me levantaré para darme la oportunidad de volver a caerme de nuevo sin recordar en ese preciso instante que ya me caí anteriormente. Solamente así podré seguir creciendo como persona.
Aunque la vida es un continuo aprender ya que nadie nace enseñado (nadie llegó al mundo sabiendo ser bebé, niño, adolescete, soltero, compañero/a, padre o madre, abuelo, etc), a veces ese aprendizaje se convierte en una rutina. Me gustaría que los adultos tuviéramos la capacidad de asombro que tienen los niños. Ellos se quedan boquiabiertos fácilmente ante hechos que se presentan ante sus ojos por primera vez. También conceden menos importancia a las cosas por lo que no les dan cuarenta vueltas y olvidan pronto. ¿Y son ellos más felices o infelices que los adultos?